sábado, 20 de julio de 2013

viernes, 19 de julio de 2013

Intento al Posets por Viadós.

"Tresmiles en verano NUNCA SE REGALAN."
Así titulaba Toño Guerra, guia de montaña, su artículo en la genial revista Grandes Espacios del pasado mes de mayo donde daba unos valiosos consejos para poder subir con garantias un tresmil en verano. Como gran lector que soy de la revista, y dado que íbamos a ir a por el posets próximamente, como podéis imaginar leí, releí y volví a leer el estupendo artículo unas cuantas veces, tratando de empaparme de todas las pautas y advertencias que en él daba para reforzar mi pequeña experiencia propia.
El articulo en cuestión empieza así: "Los tremiles pertenecen ya al reino de la alta montaña, donde las leyes naturales son estrictas, y las reglas del juego a veces sancionan las negligencias y los descuidos con severidad. En este reino puede nevar y soplar un un viento glacial también en verano" refiriéndose al material adecuado que debemos llevar con nosotros siempre. Hacia también bastante hincapié en lo importante de marcarse un horario y de retirarse en caso de no seguir con el plan previsto. Más adelante, en cuanto a las exigencias de cada uno, decía así: " Muchos van a la montaña a obtener resultados, y esto es a menudo peligroso y fustrante cuando no se consiguen. Mejor piensa que se va al monte para vivir experiencias. Alcanzar el objetivo es un regalo añadido."
Estas que relato a continuación son mis experiencias vividas en un gran fin de semana con un gran grupo de amigos a la altura de esta gran montaña.

Por fin llegó el día, después de muchos preparativos, comeduras de bola varias, problemillas de última hora y demás, salimos hacia el pirineo con la intención de subir el Posets.
Nuestro planteamiento inicial era salir viernes al mediodía, para llegar a Viadós sobre las 19 h. y hacer una aproximación hasta una pradera que hay a 2200 m. más o menos donde dicen las reseñas que se puede acampar. Pasaríamos allí la noche y al día siguiente bien temprano tendríamos algo menos de desnivel para llegar a cima, ya que desde Viadós son unos 1600 m, un desnivel importante. Después de llegar a cima sobre mediodía descenderíamos por la normal Hacia Angel Orús, teniendo la posibilidad de hacer el Diente de Llardana quien lo viera claro (dicen que es fácil pero muy expuesto) y bajar a vivaquear al ibón de Llardaneta. Al día siguiente, remontaríamos al collado de Eriste, donde podríamos hacer también la Forqueta, y desde allí volver en unos 1100 m. de descenso a Viadós, comer en el pueblo y para casa.
Era un fin de semana perfecto, visto ahora quizás demasiado ambicioso, pero en ese momento pensábamos que era asequible. De cualquier manera, pronto comenzaron a torcerse las cosas, ya que Joserra, uno de los integrantes que más ganas tenia de estrenarse en un tresmil, no podía salir del trabajo antes de las seis de la tarde, así que tuvimos que cambiar el plan y pensamos, a lo loco, dormir en el refugio y salir muy temprano, a las 6 como muy tarde, para hacer todo el desnivel hasta cima y seguir con lo demás. Luego, a medida que se acercaba el día, las previsiones meteorológicas nos hicieron cambiar de plan, ya que había alerta de tormentas de evolución debido al calor asfixiante que tenemos estos días, lo que en el pirineo se traduce normalmente en tormentones veraniegos fuertes por las tardes. Estas tormentas suelen ir acompañadas de bastante aparato eléctrico, es decir, caen a veces más rayos que agua, por lo que resulta bastante peligroso estar por allí arriba junto a un ibón, rodeados de hierros y fibras varias (piolets, crampones, palos, varillas de las tiendas...).

Mala previsión para el sábado.

Apuramos hasta el último día, pero como no cambiaba la previsión, decidimos cambiar el plan de nuevo y en lugar de acampar en el ibón volver a bajar a Viadós, irnos al refugio libre de tabernés a dormir y el domingo hacer cualquier ruta por allí, por ejemplo subir dirección al collado de eristé para ir a ver el ibón de Millares.
Con todo esto, salimos a las 18:30 para arriba, por lo que llegamos al camping Forcallo (Viadós estaba lleno cuando llamamos para reservar) sobre las 12.  Una chica nos estaba esperando, ya que les dije por teléfono que llegaríamos tarde, aunque no tanto, y cuando nos acompaño  a nuestra habitación le pregunté a que hora podríamos desayunar, a lo que me respondió que normalmente allí no servían desayunos, pero que como excepción...a las seis y media. Muy tarde para ir según lo previsto, pero como entre pitos y flautas se nos harían casi la una, pues bueno, dormir un poquito mas tampoco está mal.


Parte del comando antes de salir.

Nuestro nidito de amor.
Suena el despertador a las 6 de la mañana, empezamos los preparativos con los nervios propios de saber que va a ser un gran día, y a la hora convenida, bueno, un poquito mas tarde, estamos desayunando.

Amanece en el Forcallo con vistas al Espadas y al Posets.

El desayuno de los campeones.

La asamblea de majaras  reconociendo el terreno.

Después de coger fuerzas, nos montamos en los coches y salimos para Viadós, que está a 1'5 km más arriba por la pista, y llegando nos encontramos una pequeña zona para aparcar repleta de coches y algunos todoterrenos en medio de la pista. Como podemos pasamos, ya que algunos coches estaban haciendo maniobras para irse, y aparcamos en su sitio.
Nos ponemos las mochilas, fotos, mas fotos, y cuando nos ponemos a caminar son casi las 8...en ese momento no nos damos cuenta del error, del precioso tiempo perdido, así que vamos tranquilamente, disfrutando del magnifico lugar, risas, fotos, la zona de las bordas de Viadós y las vistas al Posets son espectaculares.


¡Gran equipo!, una mezcla perfecta de alphas y omegas...jejeje.

Silvia y su antena parabólica.

Caminito de Viadós.


Llegando a Viadós.

Dejamos atrás el refu.

El valle es precioso, vistas al collado de Eriste y las Forquetas.

Las famosas bordas de Viadós, una preciosidad.

El gran Kajuna al contraluz.


Vista atrás en la zona de bordas, el refugio al fondo.

Ahí vamos, 5 horitas sin paradas.

Cruzamos el río y empezamos a subir, primero por un tramo de camino ancho remontando junto al río y después ya por una preciosa senda entre el bosque que nos acerca a la cabaña de la basa, donde hacemos una paradita, bebemos algo, mas fotos.


Río Cinqueta d'Anyes Cruces.

Disfrutando del entorno.


Bonito, ¿eh?

Caminando junto al río.

Nos vamos adentrando en el bosque.

¡Dos fenómenos!

Por donde mires alucinas.

Llegamos a la cabaña de la Basa.

Primera parada a repostar, y sin dejar de hacernos fotos.

Esta es la que estaba haciendo Silvia.

Seguimos subiendo por la senda, que tiene un desnivel a veces importante, sin respiro, de manera que al rato algunos ya tienen hambre, pero aguantamos hasta llegar a la pradera donde habíamos pensado vivaquear la primera noche. Que gran acierto hubiera sido dormir allí, las vistas son...puffffff, no hay palabras. El grupo del Bachimala, La norte de los Culfredas, el Lustou, Punta Suelza...y detrás la cresta del Espadas al Posets. Cambiamos de ubicación por un hormiguero entero de hormigas rojas que tenían más hambre que nosotros, y almorzamos tranquilamente.


Siempre empinado.

Una preciosidad de tramo.

Poco a poco, disfrutando.

El pirineo está precioso.

Vista atrás, el Bachimala detrás de la punta Ixabre.

Buen sitio para almorzar.

Una pasada de pradera.

Todo el grupo en la pradera.

Perfecto sitio para el vivac.

Con grandiosas vistas.

Con un poco de zoom, primera mirada a la pala de nieve y al tiempo.


Rafa gozando de las vistas.

¡Rotipet Alpha power!

 Después de reponer fuerzas, seguimos para arriba y pronto dejamos el bosque atrás y, después de atravesar algún arroyo que baja del deshielo de los neveros o del glaciar, comenzamos a subir penosamente por pedrera, que con la inclinación que tiene la ruta en todo momento, nos hacia dar dos pasos adelante y uno atrás...o al revés. Pero poco a poco vamos progresando, parando a recuperar el aliento de vez en cuando, también a beber, a ponernos esparadrapos en los pies en alguna rozadura, etc. y nos vamos aproximando al muro que se ve más vertical y que hay que superar para llegar a la cubeta glaciar.

Dejamos el bosque poco a poco.

Sin respiro para arriba.

Siempre con grandes vistas.

Llegando al primer riachuelo que baja del deshielo.



Cruzando el primer arroyo.

Piedra suelta, muy incomodo para avanzar.

Joserra y Javi ya tienen rozaduras.

Agujero debajo del nevero.

Entre la inclinación y la pedrera costaba subir.

Poco a poco nos aproximamos al muro.

 Ganando en vistas, se veía al fondo entre las nubes el macizo del perdido.

En este tramo hay que trepar en algún momento, nosotros quizás más de lo normal porque nos hemos desviado un poco del track y, como veremos al bajar, fuimos por un sitio un poco más complicado que por donde en realidad iba la ruta. Una vez superado el muro, de repente aparece ante nuestros ojos el glaciar del Posets, una preciosidad. Me quedo alucinado impregnándome de la belleza del lugar, sobre todo del corredor Jean Arlau que tantas ganas tenia de ver in situ, aunque sin estar formado, como es lógico. En invierno la fuerza del lugar ha de ser impresionante. Allí, a los pies del glaciar, hacemos otra parada a reponer fuerzas, ya que llevamos más de 1000 metros de desnivel sin parar de subir y subir, y hacemos una visita al vivac que hay allí con inmejorables vistas... Desde allí, mirando al valle, además de todo lo que veíamos antes, se aprecian a lo lejos y entre las nubes todo el macizo del perdido y una infinidad de montañas que no puedo identificar.

Trepando un poco para superar el muro.

Llegando al glaciar.

Lo que queda, desgraciadamente, del glaciar del Posets.

Enormes vistas desde el vivac del glaciar.

El corredor Jean Arlau.

Reponiendo fuerzas.

Casi no se nos ve.

Otra foto de grupo en el glaciar.

 En este momento, viendo lo que nos queda por delante, me doy cuenta de que se nos va a hacer tarde, pero no vamos a darnos por vencidos tan pronto, así que un rato después nos ponemos en marcha de nuevo, subiendo por un espolón de roca descompuesta hasta llegar a la pala de nieve por donde hemos de ir a buscar el collado y seguir ya por la cresta hacia la cima.


Remontando hacia la pala.

Remontando por el espolón.

Las fitas que indicaban el camino por la nieve.

Silvia tirando de riñón, costaba subir.

Cuando llegamos a la pala de nieve me encuentro cansado, y tengo la sensación desde hace rato que hoy no es el día. Miro el reloj y son casi las 2 de la tarde, calculo que nos quedan unas dos horas, porque aunque lo vemos ya cerca, tenemos que calzarnos los crampones, buscar el mejor paso en una nieve seguro que muy pastosa, hundiéndonos a tope, volver a quitarse los crampones y la parte final que es lo más difícil técnicamente, por lo tanto seguro que más lento, y sabemos que por la tarde va a haber tormenta.
Además, y esto es para mi lo peor, se escucha claramente el agua correr por debajo del nevero, lo que no me da ninguna confianza. Este abril ya vi caerse a mi amigo Xepo en un agujero en la nieve por donde corría un río debajo y se quedó anclado con las axilas, menos mal que abrió instintivamente los brazos, y los pies los tenia dentro del río.
Por todo esto, analizo la situación y decido que tengo que ser yo quien diga que nos tenemos que dar la vuelta. Sé que si soy yo el resto bajará conmigo, ya que mis compañeros y amigos del club me tienen atribuida una experiencia en montaña y de alguna manera, sin quererlo, en estos casos me tienen un poco como el líder de la manada. No quiero arriesgar a que tengamos un percance en la nieve, donde casi ninguno tiene experiencia alguna, o a que nos pille la tormenta arriba.
Y no me importa para nada ser yo quien diga que se vuelve, tengo bien frescas en mi mente las palabras del articulo de Toño Guerra: "Hay que aprender a renunciar a tiempo cuando reconoces que la empresa es demasiado difícil o peligrosa, hemos perdido demasiado tiempo, alguien va demasiado cansado o el tiempo empeora claramente." En nuestro caso se daban practicamente todos los requisitos.
Se lo digo a los demás, y después de un momento de debate, ya que alguno quería seguir, decidimos bajar todos. Gran decisión.
Nos hacemos una foto de grupo, ya que estamos a 3005 m. y nos vamos para abajo.

Debatiendo si pala peligrosa, trepada chunga o retirada.

Foto de grupo a 3005 m.

En cuanto comenzamos a descender, empieza a oscurecerse, truenos y relámpagos por delante nuestro. Se escucha un estruendo continuado que pone los pelos de punta, se trata de un desprendimiento de rocas, como un alud, que cae de la pared entre el Espadas y el Posets hasta el glaciar, somos testigos de las fuerzas de la naturaleza. De repente comienza a llover, pero poco a poco la lluvia se convierte en granizo, que cada vez cae con mas fuerza, hasta tal punto que algunos paramos a ponernos los cascos.


Comenzando la bajada.

Pintaba mal.

Los cascos para el granizo.

Y además todo mojado...

En un momento que quité el cubre mochila para sacar el casco, se me llenó de hielo.
seguimos bajando lo más rápido que podemos, ya que al estar mojado la roca está más peligrosa, y alguno tiene los pies reventados de llagas, pero tenemos que descender y llegar a la relativa seguridad del bosque. Me horroriza que nos coja la tormenta eléctrica demasiado arriba.
Por suerte la granizada no dura demasiado, seguimos bajando con algún que otro susto en forma de resbalón, algunos peores que otros, y con la preocupación de que, como decían Astérix y Obélix, el cielo caiga sobre nuestras cabezas.


¡La que nos estaba cayendo!

En un momento cayó bastante.

Seguimos bajando con cuidado.

El cielo lo dice todo.

Más delicado con la lluvia.

Pedrera abajo con muchos resbalones.

Por fin llegamos a la zona boscosa, un poco de seguridad, y pronto paramos en la cabaña de la basa, son las 5 de la tarde y no hemos comido, así que tenemos algo de hambre. También allí Joserra aprovecha para tratar de reparar en lo posible sus maltrechos pies, sobre todo el dedo meñique que le duele mucho después de un golpe con una piedra, además de tener una llaga importante.


Reagrupandonos.

Ya llegamos al bosque.

Una última mirada al Posets desde la cabaña de la Basa.

Ornamentación animal de la cabaña.

Tras la parada técnica, continuamos ya con mejor ambiente, más tranquilos, sabemos que el refugio está cerca y ya ha pasado lo peor. Ahora todos tenemos muy claro que hemos hecho lo correcto, y ya pensamos en las cervezas que nos esperan en Viadós.


Cruzando el río, cerca ya del refugio.

Un poco más y ya estaremos con las cervezas.

otra imagen de la zona de las bordas.

Sigue lloviendo cuando llegamos a Viadós, entramos para tomarnos la primera cerveza allí y de paso que llamen por radio al camping Forcallo para ver si tienen libre la habitación donde hemos dormido, ya que hemos decidido quedarnos de nuevo allí y aprovechar las duchas, además de estar nosotros solos en la habitación y así podemos estar allí cómodos hasta que nos apetezca, sin molestar ni que nos molesten.

Refugio de Viadós.

Merecida cerveza tras el sufrimiento de la bajada.

Tenemos suerte y nos dicen que si, así que, después de la cerveza, seguimos los 5 minutos de senda que nos queda hasta los coches, y bajamos al camping.
Una vez allí, poco a poco nos vamos duchando, y mientras el resto disfrutamos de un gran momento en el porche de la cafetería, sentados, con unas cervezas, viendo el Posets delante nuestro, charlas, risas, mas cervezas, mas risas...solo por este momento merece la pena estar aquí.


Rehidratación constante.

Buenos momentos de risas.

Joserra todavia extasiado.

Luego nos subimos a la habitación, calentamos agua en el hornillo y nos preparamos los mejunges deshidratados que tenemos por cena, eso si, acompañados de fuet, queso, olivitas...y mas cerveza.
Seguimos un rato más de tertulia y risas, hasta que, sobre las 11:30 nos vamos a la cama, estamos todos rendidos y caemos enseguida.


A punto de cenar en la habitación.

Menú de hoy couscous deshidratado.

De risas, acabamos con las existencias de cerveza del camping.

Suena el despertador a las 7, ayer estuvimos hablando sobre que haremos hoy y ya teníamos claro que algunos no estaban en condiciones, por los pies, de hacer gran cosa. Rafa tiene claro que se va a correr, dentro de dos semanas vienen a correr el ultra del Aneto y no quiere desaprovechar la oportunidad de un buen entrene en la zona. Josevi, con los dientes largos porque no se ha traído las zapatillas y no puede ir con él, se va a subir al ibón de Millás, donde habíamos hablado en un principio, y el resto decidimos dar un paseo más corto y más suave, y nos vamos por una preciosa senda que remonta junto a un río hasta la pradera donde está el refugio libre de Tabernés, magnífico lugar, con unas vistas increíbles de los culfredas.

Los omegas y los reventados, jajaja.

preciosos salto de agua camino de tabernés.

Una pasada de senda junto al río.

Paseito bueno, día expectacular.

Pradera de tabernés, idílico lugar.

Refugio libre de tabernés, al fondo Culfredas y Lustou.

El hombre que susurraba a los caballos.

Josevi llegando al ibón.

Josevi en el ibón de millás.

Rafa en el ibón después de subir al collado de eriste.
A la vuelta almorzamos en la cafetería del camping mientras esperamos a que llegue Josevi (Rafa ya está aquí después de subir...hasta el collado de eriste!!!).
Una vez llega, cogemos los coches y nos volvemos ya , no sin pena por dejar el precioso valle de Chistau, parando a comer en Boltaña, y llegamos a casa sobre las nueve de la noche, por lo menos yo, con las patas de palo, pero con una amplia sonrisa en el rostro.


¡Peazo bocata!

Estirando y haciendo la mona...

Rafa el contorsionista.

Últimos momentos antes de volver.

Volveremos, valle de Chistau.

Ahora, con el paso de las horas, tengo sentimientos contradictorios, por un lado siento algo de culpabilidad porque muchos han tenido que hacer una inversión en material que al final no hemos usado, pero por otro se que la montaña es la que dicta sus leyes y no depende de los mortales como nosotros. Si hubiéramos seguido, y contando que no hubiéramos tenido ningún percance en la pala de nieve, nos hubiera cogido la tormenta en plena cresta, en el peor momento, el más expuesto.
Nuestro gran ídolo Iñaki Ochoa decía: "he estado 16 veces en una cumbre de ochomil metros, porque algunos los he repetido, pero sin embargo he estado 30 veces en expediciones al himalaya, luego al menos 12, 13 o 14 veces me he dado la vuelta sin hacer cumbre."
Hemos disfrutado de un gran fin de semana de montaña, de una gran montaña que por suerte seguirá allí esperándonos. Reflexionaremos, aprenderemos de nuestros errores y volveremos, esperando que la próxima vez sea un poco más benévola con nosotros, que tanto la amamos.
Mientras tanto, como siempre, nos vemos por las montañas.

Para terminar, un nuevo vídeo de "conexión Seserra" de toda esta história, os lo recomiendo.